Con una altitud de 3.718 metros, el Teide se alza sobre las nubes proclamándose el pico más alto de España. Cuenta la leyenda que Echeide, nombre que daban los aborígenes tinerfeños al Teide, era considerada por los guanches la entrada al mismo infierno. Y lo cierto es que no les faltaba razón. Las erupciones de este volcán, aún ahora en activo, fueron tan «desdeñables» y violentas que dieron origen hace 150.000 años al relieve actual de toda la isla. Los ríos de lava que desprendía el volcán eran tomados por los guanches como síntomas del enfado del demonio Guayota («el destructor»), el cual manejaba a su antojo los estallidos y las explosiones del volcán.
Ya desde el cielo podemos apreciar la magnitud de este volcán, el cual se encuentra en el corazón de la isla, siendo visible desde cualquier punto de la misma. La visión de esta grandeza y majestuosidad nos lleva a adentrarnos en la tradición y superstición de los antiguos habitantes de la isla, quienes consideraban al Teide el guardián y protector de la isla.
Consejos para llegar al Teide
Una vez en tierra ya, la mejor opción para llegar hasta el Teide es alquilar un coche en el propio aeropuerto (norte, en nuestro caso), ya que hay solamente un autobús al día y la opción de visita organizada no suele convencer a todo el mundo.
Tenerife es una isla pequeña y se puede recorrer en un par de horas. La carretera que da acceso al Teide desde el norte está bastante bien, aunque hay que tener en cuenta que la la base del pico se encuentra a cerca de 2.356 metros de altitud, de manera que habrá que subir bastantes cuestas y el terreno es bastante empinado. Un detalle importante a considerar es la baja presión del aire en alta montaña. La presión disminuye a medida que vamos ascendiendo en altitud, de manera que notaremos sensación de dolor de cabeza y taponamiento de oídos.
Una de las cosas que más llama la atención en el camino hacia el Teide es la enorme variedad y diversidad de vegetación. Es conocido por todos que Tenerife es uno de los lugares de vacaciones preferidos para los que buscan sol y playa en cualquier época del año. Mucha gente (entre la que me incluyo) se piensa que por este motivo en la isla no llueve nunca y el sol calienta todo el día. Lo cierto y sorprendente es que el clima cambia mucho dependiendo de la zona de la isla en la que te encuentres; así, en el sur es muy raro que llueva, mientras que en el norte (La Laguna, Santa Cruz, etc.) es algo completamente normal. Y a medida que te acercas más y más a la montaña volcánica, es habitual encontrarte zonas con el suelo mojado y con pequeños chubascos.
La panza de burro
En cuanto al Parque Nacional del Teide, éste se encuentra por encima de un «mar de nubes», de ahí que el clima sea poco húmedo y con pocas lluvias. Precisamente por la gran altitud del Teide, es normal ver el pico nevado en invierno y esta nieve derretida baja por la ladera, ofreciendo a las tierras colindantes un suelo muy fértil, de ahí la gran variedad de vegetación que nos encontramos por el camino. Es muy curioso notar y ver cómo a medida que vas ascendiendo en altitud, llega un punto en el que las nubes se quedan bajo tus pies, formándose lo que los tinerfeños denominan «mar de nubes» o «panza de burro». Si las nubes fuesen sólidas, en este punto tendríamos la posibilidad de pasear por encima de ellas.
Carretera entre restos volcánicos
En esta misma carretera que va del norte al Teide, es habitual encontrarse con vidrios volcánicos de obsidiana (generalmente negros) y piedra pómez, las cuales constituyen dos de los materiales más comunes volcados por los volcanes durante sus erupciones. Se convierte en visita obligada, por tanto, parar el coche en uno de estos paisajes y dejarse llevar por la infinidad de los restos volcánicos.
No nos resistimos a parar una y otra vez para tomar imágenes que mostrar en nuestro blog de viajes.
El Roque Cinchado
Y parando de mirador en mirador, llegamos a la base de la montaña (2.356 metros de altitud). En este punto, al viajero se le presentan dos posibles opciones: coger el teleférico que lleva a la cima del pico y que cuesta 25€ o seguir la carretera hacia el sur. El vértigo y el dinero nos motivaron a tomar la segunda ruta. Por el camino, observamos una roca que se nos hacía conocida. Hicimos otra parada y al encontrarnos frente a frente con el Roque Cinchado, nos remontamos 15 años atrás en el tiempo y divisamos el reverso del billete de 1.000 pesetas que tanto nos costaba mantener entre las manos. Allí mismo nos enteramos que esta roca emblemática se formó por sucesivas capas de material volcánico y que algún día acabará cayéndose por el peso y el trabajo de la erosión (es mucho más ancha arriba que abajo).
Y después de pasear durante un rato más entre restos volcánicos, decidimos dar la vuelta y volver a tomar la carretera hacia el norte no sin antes pararnos a comer en uno de los tranquilos restaurantes a pie de carretera, donde pudimos degustar comida tradicional canaria (mojo picón, papas arrugás, rancho canario y como no, plátanos) por el módico precio de 9 euros.